miércoles, 7 de mayo de 2014

INSTRUCCIONES PARA HACER UNA MALETA

    Al igual que, como dijo Raymond Chandler, hay rubias y rubias; también hay maletas y maletas. No es lo mismo el trolley que arrastra un ejecutivo por la terminal de un aeropuerto que la abultada mochila que carga sobre su espalda el campista en sus vacaciones de verano. La cuestión es más trascendental de lo que parece: dime qué maleta haces y te diré dónde vas o dime qué maleta haces y te diré cómo eres. Así que no vamos a demorar más la pregunta de todas las preguntas, la pregunta del primer capítulo de esta novela que hoy empezamos aquí y que titularemos "Elegí Somiedo". No mareemos más la perdiz  y planteémosla ya: ¿Qué maleta hacer para irse a Somiedo? Un momento, un momento, un momento. El sitio es importante, claro. Somiedo no es Cancún, ni siquiera Benidorm. Ni siquiera Chamonix. Pero Somiedo, yo que soy un agnóstico de la publicidad, es el lugar en el que, cuando te ves allí, comprendes y asumes eso de "Asturias, Paraíso natural". Y claro, aunque al paraíso se puede ir temporalmente, con billete de ida y vuelta, no sería raro  que si alguien va a Somiedo va para quedarse. Sí, esto de la maleta se complica: no sólo importa el tiempo y el espacio. También las circunstancias. Pero ya es hora de que conozcamos a nuestra protagonista. Sí, qué pasa. He dicho "nuestra". Si Madame Bovary o Anna Karenina fueron pioneras en lo suyo, también lo es Mirta, así se llama nuestra heroína: una vecina de Oviedo de cierta edad (no vamos a entrar en detalles por una cuestión de elegancia narrativa) con la vida resuelta y gran afición por la montaña y el aire libre. Pues bien, Mirta, que por su ubicación original sería una vecina de La Regenta Ana Ozores, ha decidido que no, que la vida no se resuelve nunca y a estas alturas de partido ha hecho la maleta del "todo por resolver"y ha puesto rumbo hacia el Valle de Somiedo, más en concreto a Villar de Vildas. Y como, efectivamente, la concreción es la madre de la verosimilitud, que diría el maestro García Márquez, vamos a dar otro dato definitivo: en Villar de Vildas, lo que se dice en Villar de Vildas es difícil perderse. Vamos, que no es México D. F ni Vallecas; La Calzada o Pumarín. Ya quisieran. Pero como entre viajeros, turistas y curiosos hay mucho despistado, lo pondremos fácil: a Mirta la pueden ustedes encontrar regentando la nueva etapa de La Corte. ¿Qué no saben que es La Corte? Bueno, bueno, hay que ver... Pues un coqueto y acogedor hotel rural donde catar el auténtico sabor de ese magnífico valle. El relato se nos plantea lleno de intrigas: ¿le costará a Mirta adaptarse a Villar de Vildas tanto como al Dr. Fleishman adaptarse a Cicely, Alaska? Sospecho que no. De entrada, esta pasada Semana Santa, La Corte colgó el "todo ocupado". No se entretengan: si no conocen Somiedo (anda qué...) y si lo conocen y quieren volver a conocerlo, Mirta les estará esperando mientras apura un café en Boca L'Osu, el chigre del hotel. Sí, osos. Sí, chigre. Estamos en Asturias. Pero de eso ya hablaremos más adelante. 
    ¿Y la maleta, qué hay de la maleta? En la maleta de Mirta  lo más importante son dos libretas de tapa dura: en una están apuntadas todas las cosas que no volverá a hacer y en la otra, todas las tareas pendientes. O dicho de otro modo: en una queda escrito el pasado; en la otra, el porvenir. 
    Seguiremos informando. Mejor dicho, contando. 
    Y por supuesto, cualquier parecido con la realidad no es mera coincidencia.

1 comentario:

  1. Espero con ansiedad ver que nos trae en su maleta Mirta.
    Personalmente, estoy convencido que la adaptación será muy fácil y rápida si contamos con la inestimable ayuda de Adriano.
    Un saludo.

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